
Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado; por tanto, todo ha cambiado.
Es una célebre cita de Marcel Proust, que de forma recurrente me viene al pensamiento.
En todas la organizaciones en las que colaboramos, lo que planteamos para mejorar es cambiar de método de trabajo, cambiar el mandar por el liderar, y nos encontramos en numerosas ocasiones, rechazo a estos cambios, incertidumbre de si servirán para algo, miedo a lo desconocido y miedo a no valer, a perder mi valor como profesional para lo que ahora la organización o el momento presente demanda. Y es curioso cuando preguntamos a las personas más veteranas, aquellas que llevan más de 20 años en la misma organización: “Desde tu incorporación… ¿Cuántos cambios has vivido en esta empresa a lo largo de estos años?” su respuesta es muy similar siempre: “Uffff…he perdido la cuenta ya, de tantos cambios vividos” y “¿Para qué esos cambios?”. La respuesta aquí también es muy similar: “La gran mayoría de ellos para mejorar y el resto… para aprender a seguir mejorando”.
Pero si la vida algo es, es cambio constante y continuo, y en estos días tan excepcionales y tan complejos que estamos viviendo en todo el mundo todavía más. Al igual que lo es un Sistema de Gestión Lean para un organismo vivo como es una organización, cambio constante y continuo para mejorar. Cómo afrontar estos cambios sólo depende de nosotros, los podemos ver como oportunidades apoyándonos en nuestras fortalezas, o como amenazas poniendo nuestro foco de atención en nuestras debilidades o áreas de mejora. La nueva situación, la nueva realidad es neutra, es la que es, depende de nuestra actitud que la veamos y actuemos de una forma u otra. Hoy más que nunca, nos damos cuenta que hay otro condicionante que es nuestro entorno o circunstancias, pero lo determinante es nuestra actitud. La actitud lo es todo.
Un pequeño cambio en nuestra actitud, puede determinar el curso de nuestras vidas, debido a que su impacto e influencia en nuestro entorno y en nuestras relaciones es exponencial.
Y… ¿Por dónde empezamos? Para mí la clave está en estos tres verbos, que suponen acción: Pensar, sentir y hacer.
Así que lo primero es pensar diferente, cambiar nuestros pensamientos. Podemos entrenarlo aplicando técnicas eficaces y además si para ello necesitamos ayuda, levantamos la mano y la pedimos. Si cambiamos nuestros pensamientos, cambian nuestras emociones. Si cambiamos nuestras emociones, cambiarán nuestras actitudes. Empezaremos a tener una actitud más abierta, más positiva, más constructiva, de aprendizaje, de superación… Si cambiamos de actitud, empezaremos a actuar diferente, al hacer cosas diferentes, empezarán a pasar cosas diferentes y esto generará una mejora, un cambio positivo en nuestras vidas.
Si cambiamos nuestras vidas, cambiaremos nuestro destino.
Cambiemos nosotros y cambiará nuestro mundo.
El contenido de este documento es propiedad de SGS Productivity by Leansis. No se permite la reproducción total o parcial, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio sin autorización previa y por escrito del titular. La infracción puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.